Calderín volvió para cerrar su etapa en Cuéllar y unos cuantos nos reunimos con él a defender, por última vez, la tradición. No fueron dulzainas esta vez pero unos chiflatos de la antiplanice boliviana, que, a dos voces, amenizaron la primera parte de la velada, aunque le fue imposible amargar la digestión de una espectacular chichada a la parrilla, cosa de Pepe el del Cantábrico. Calderín disfrutó mucho especialmente con la búsqueda de la quinta y la posterior explicación, ejemplo cantado, y por fin ejecución virtuosa. Como siempre, la conclusión es clara: más pinchos, menos chiflatos.
Salvo el recien estrenado myspace de Ram Memory Man, todo discurre de manera tradicional, incluyendo los clásicos hoy hace más calor que ayer, el otro día nos dejaste tirados y quiero que lo reconozcas o se te va a pasar el arroz. Para acabar la fiesta, Lara, una que vende especias, se quedó dormida encima de la cama y vomitó en los abrigos que allí habían dejado los invitados. Proyecto Hombre, una vez más, salió indemne.
domingo, enero 14, 2007
tradición y modernidad
hablando de defendiendo la tradición, juntetes @ 10:08 p. m.
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